Acuérdate de Acapulco

Pese a todas las críticas en redes sociales y en diversos medios de comunicación por la respuesta del Gobierno Federal a la tragedia de Acapulco, AMLO no ha perdido ni dos puntos de su aprobación nacional.

Acuérdate de Acapulco
AMLO quedó atascado en una Jeep militar cuando intentó acceder a la zona del desastre en Acapulco pese a que había información de que las carreteras estaban cerradas por el paso del huracán Otis.
Especial

Una crisis puede ser una oportunidad que detone el crecimiento de la imagen de un político, como ocurrió con Rudolph Giuliani, entonces alcalde de Nueva York, luego de los atentados terroristas del 11-S, o puede ser una mancha que persiga a un gobernante hasta el último día de su vida, como pasó con el entonces presidente Miguel De la Madrid tras los sismos de 1985. En el caso de la tragedia de Acapulco y la respuesta del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, ¿cuál será el efecto?

Si miramos los efectos inmediatos, parece ser ni una ni otra. Si nos basamos en el tracking de Consulta Mitofsky publicada semana a semana, el efecto parece ser menor. Pese a todas las críticas en redes sociales y en diversos medios de comunicación, el presidente no habría perdido ni dos puntos de su aprobación nacional. Si el 23 de octubre AMLO tenía 59 por ciento de aprobación, para el 6 de noviembre mantenía un 57.8%. Eso a pesar del rechazo inicial a acudir, del fracaso en el traslado por tierra, y de su resistencia a volver al puerto a ver los damnificados. Incluso, pese al retraso de más de 12 días en la distribución de despensas y del hecho de haber minimizado la tragedia al considerar que no fue tan grave el número de muertos.

¿Cómo se explica este fenómeno? En principio, habría que decir que como con el resto de su gobierno, como explica Claudio Flores, los cuentos han pesado más que las cuentas; y que el relato ha podido más que el dato. De tal suerte que la fórmula presidencial de afirmar que hace las cosas (como la promesa irreal del presupuesto ilimitado) pesa más que la falta de una propuesta concreta para el gasto programado para el 2024; de la misma forma en que su relato en contra de los medios que lo atacan, parece más atractivo para muchos mexicanos que los testimonios de personas consignados a través de los medios de comunicación.

Ahora bien, si esto es en el corto plazo, no hay garantías de que esta gestión le sirva al presidente en el mediano y largo plazo. Porque las despensas son pocas, están limitadas en el tiempo, y no reemplazan el empleo perdido; porque la asignación discrecional de recursos no compensa políticas de reconstrucción de fondo; porque las eventuales visitas del presidente o su gabinete a Guerrero, no van a frenar de golpe la escasez  de bienes ni el papel que ya está jugando el crimen organizado.

Vamos a ver en los siguientes meses si la propaganda desde Palacio alcanza para contener el malestar de Guerrero, y si los efectos locales, esos sí tangibles, se reflejan en la opinión en otras partes del país. Por lo pronto, el mal manejo de la emergencia ha sido muy costoso en términos humanos pero muy barato en costos políticos. Y esa que es una buena noticia para el presidente, es una mala noticia para los mexicanos en general.