Redes fantasma a la deriva: asesinos en el mar
Una columna de Alejandra Lagunes.
Hace una semana se reunieron en Francia los representantes de 30 países en la llamada “Cumbre de los Océanos”, como resultado de esta reunión los países se comprometieron a ampliar del 2% al 4% las zonas marítimas protegidas en el planeta, así como a luchar contra la enorme problemática de la basura marina.
Cada día somos más personas que por compromiso con nuestro planeta, hemos dejado de usar o consumir ciertos productos. Hoy en día, millones de personas le hemos dicho NO al popote o a las bolsas de plástico de un solo uso, con la noble intención de ayudar a proteger a las tortugas y muchas otras especies marinas. Cada vez somos más conscientes de la cantidad de basura que termina en el mar y casi todos hemos escuchado hablar de la “Gran Isla de Plástico en el Pacífico” que es dos veces el tamaño del Estado de Texas y que sigue creciendo.
Pocos saben que hay al menos otras 5 islas de basura en el planeta y que lo que alcanzamos a ver es sólo el 30% de los desechos que realmente hay en el océano, pues el otro 70% está debajo de la superficie, acumulado en el suelo oceánico y que son entre 9 y 14 millones de toneladas de plástico las que se desechan anualmente en nuestros mares y playas.
Lo que casi nadie sabe, es que entre el 20% y el 80% de esa basura proviene de embarcaciones pesqueras y comerciales, dependiendo del lugar donde se estudie. Por ejemplo, en Brasil cerca del 46% de la basura marina está relacionada a las actividades pesqueras. En Suecia se estima que cada año se pierden entre 155 y 165 km de redes de pesca, mientras que en el Mar Mediterráneo se pierden o se descartan cerca de 3 mil toneladas de equipos pesqueros al año. Y nuestro país no es la excepción, en el Golfo de México existe una larga historia de pérdida de equipos de pesca y se estima que cada año más de 250 mil trampas de cangrejo quedan abandonadas a la deriva.
En general, se calcula que anualmente más de 700 mil toneladas de basura marina, corresponde específicamente a redes de pesca. Estas redes abandonadas o perdidas, también conocidas como “redes fantasma”, son trampas mortales para la vida marina y representan un riesgo para la navegación y para las pesquerías mismas. Las redes fantasma continúan pescando aún después de haber sido perdidas o abandonadas, y lamentablemente no sólo pescan especies comerciales, también representan el fin para cientos de especies en peligro de extinción, que incluyen mamíferos marinos, aves, tortugas y tiburones.
Imaginen lo complejo y riesgoso que es caminar por un campo minado después de una guerra, pues algo muy parecido sufren las especies marinas al navegar por aguas repletas de redes y otros equipos de pesca abandonados.
Lamentablemente se han reportado cientos de especies que sufren por esta amenaza, incluida la “Vaquita Marina”, el mamífero más pequeño del mundo que es 100% mexicano y que se encuentra en un enorme riesgo de extinción.
Esta es sólo la punta del iceberg. En la misma zona donde habita la Vaquita, se han encontrado decenas de ballenas de al menos 5 especies diferentes enredadas y muertas en las redes. Hasta los hermosos tiburones ballena y los lobos marinos sufren por la presencia de estos desechos. Tristemente, no sólo mueren enredadas y ahogadas, también por ingerir estos plásticos que a veces bloquean su tráquea, estómago o alguna otra porción del tracto digestivo. Se estima que anualmente unos 100 mil mamíferos marinos mueren por ingerir o enredarse en una “red fantasma”
Las redes fantasma no solo se convierten en trampas para las especies emblemáticas, también para las comerciales, además de que se quedan atrapadas en los corales y pueden afectar seriamente a los arrecifes. Además representan un riesgo enorme para la seguridad marítima, pues si una embarcación queda enredada en una red fantasma, su capacidad de maniobrar disminuye y esto puede ser fatal para la tripulación.
Desde 1980 se sospechaban los efectos negativos de las redes fantasma en la biodiversidad y los ecosistemas marinos, sin embargo apenas hace algunos años se ha reconocido la magnitud de la problemática y hoy en día los países comienzan a tomar acciones al respecto. Los principales esfuerzos están enfocados en limpiar el mar y retirar las redes en diferentes zonas donde se han acumulado o donde se considera de suma importancia para proteger a los mamíferos marinos.
Cada día se fortalecen las reglamentaciones que prohíben arrojar estos equipos pesqueros al mar de manera voluntaria y cada vez hay más técnicas y tecnología que ayuda a los pescadores a localizar sus equipos perdidos, de manera que se van generando estrategias para prevenir la pérdida de los equipos de pesca. Además, existen grupos de desarrolladores que buscan materiales innovadores para construir artes de pesca que sean biodegradables y menos agresivas con el ambiente.
Ante este panorama es urgente seguir construyendo soluciones a una problemática global que debemos resolver en el muy corto plazo, antes de que especies como la vaquita y la ballena franca desaparezcan para siempre.