AMLO por Xóchitl
El periodista Sergio Sarmiento habla sobre lo que ocurre entre AMLO y la senadora Xóchitl Gálvez
Y cuando Andrés Manuel parecía ya tener amarrada la sucesión, con sus corcholatas apalabradas y designadas en abiertas campañas anticipadas, con un INE ciego ante las violaciones a la ley y frente a una oposición maltrecha y dividida, él mismo se ha encargado de darle vida a su peor pesadilla: una candidata con carisma personal, tan o más populachera que él, con raíces indígenas y lenguaje accesible al pueblo, y a veces vulgar como él, pero con una mente de gran conocimiento tecnológico.
El propio presidente López Obrador le ha hecho la campaña a la senadora Xóchitl Gálvez, quien parecía satisfecha con buscar la candidatura de la oposición a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México. Primero el mandatario mintió acerca de sus posiciones, al decir que ella estaba en contra de los programas sociales. Cuando Xóchitl pidió derecho de réplica, él se lo negó, pero dijo que lo concedería si un juez lo decidía. Un juzgador lo ordenó a través de un amparo; ella llegó en su bicicleta a Palacio Nacional con su amparo en la mano, pero AMLO ordenó que se mantuvieran cerradas las puertas. “No le saque”, le dijo al presidente, acostumbrado a repartir descalificaciones a diestra y siniestra.
Xóchitl se dio cuenta de que había un aumento muy importante en la atención sobre su persona, y no solo en la Ciudad de México, sino en todo el país. Anunció entones que estaba considerando registrarse en la grande. Esto no hizo más que encender la furia del presidente, que se dedicó a atacarla un día sí y otro también.
Todavía el 26 de junio López Obrador anunció en su mañanera que en unos días anunciaría quien sería “el candidato”, sí, masculino, de Claudio X. González, a quien describía como el verdadero poder de la oposición y quien se aprestaba a dar su dedazo desde las alturas. Pero el crecimiento de Xóchitl en redes sociales y la atención de los medios de comunicación la impulsaron con celeridad vertiginosa sobre los demás aspirantes a la candidatura presidencial de la oposición. Para el 3 de julio López Obrador anunció que Claudio X. había escogido a Xóchitl como candidata… que él lo sabía desde 15 días atrás, pero que no había querido decirlo.
En los últimos días el presidente ha dedicado una parte importante de su tiempo en la mañanera a atacar a Xóchitl. Sus ataques han sido retomados y multiplicados por las redes sociales del propio gobierno, violando la legislación que prohíbe usar el gasto público para propósitos partidarios. Han acompañado además al presidente sus escuderos en los medios, como Jenaro Villamil, el gran zar de las televisoras públicas, y los caricaturistas El Fisgón y Monero Hernández, que a sus espacios en La Jornada suman ahora los de los canales oficiales de televisión. Los ataques han sido machistas e incluso racistas. Les ha molestado en particular que Xóchitl venga de una familia indígena por el lado paterno. Pero los ataques misóginos y racistas han tenido un resultado exactamente contrario al que pretendían. Xóchitl se ha posicionado en unos cuantos días como la puntera en la contienda interna de la oposición cuando hace 15 días ni siquiera aparecía en las encuestas
Ayer llegó Xóchitl a registrarse como aspirante a “coordinadora” del Frente Amplio por México en su ya conocida bicicleta. Algunos recordaron el Tsuru de López Obrador cuando era jefe de gobierno o su Jetta blanco ya como presidente electo, los cuales han sido reemplazados ahora por Suburbans. La bicicleta es, por supuesto, un simple truco de propaganda populachera, pero la experiencia nos dice que en estos tiempos los procesos suelen ganarlos quienes hacen campañas más populacheras.
Las encuestas siguen mostrando a las corcholatas de la 4T en los primeros lugares de la contienda presidencial anticipada. La popularidad del presidente y de su partido siguen siendo enormes. Pero lo sorprendente es que el propio presidente ha construido la candidatura de oposición más importante que enfrenta en este momento.