Las corcholatas perdidas rumbo a 2024

El futuro de la sucesión presidencial, nueva perspectiva de AMLO los siguientes dos años.

Las corcholatas perdidas rumbo a 2024
Las corcholatas perdidas
Foto: Alejandro Rodríguez/Cuartoscuro

El Presidente López Obrador ha pasado los primeros cuatro años de su gobierno hablando del pasado, y por lo visto, pasará los siguientes dos hablando del futuro y de la sucesión presidencial, todo con tal de no hablar nunca del presente, de los problemas actuales del país, de lo que ocurre hoy.

Esa misma pulsión parece que la comparten los aspirantes a sucederlo. Mientras el país atraviesa por una terrible crisis de inseguridad - marcada por feminicidios, extorsiones, asesinatos y pérdida del territorio - los aspirantes solo tienen atención para su propia promoción.

Lejos de las voces que llaman a un diálogo nacional para reconocer y atender los problemas centrales, los y la aspirante oficial, solo atinan a subir videos tocando la guitarra y bailando, a ofrecer su WhatsApp como ventana de promoción y a jurar lealtad incondicional a quien suponen los habrá de elegir.

La promoción anticipada - promovida por el propio presidente López Obrador - hoy los coloca en una situación muy incómoda, incapaces de hablar de los problemas reales para no ser molestos a su jefe, y frívolos a los ojos de los futuros electores, por no hablar de lo que resulta socialmente relevante.

A esto se suma el inevitable descuido de funciones, como si la Ciudad de México no requiriera de tiempo completo; como si la gobernabilidad del país estuviera garantizada; como si no hubiera una crisis migratoria y de diplomacia con múltiples frentes que atender.
Ni el Secretario de Gobernación, la Jefa de Gobierno, o el Secretario de Relaciones Exteriores, tienen hoy sus casas, lo suficientemente en orden para poder destinar su energía - y notables recursos, por lo demás muy opacos - a su autopromoción.
Atrapados en la lógica futurista son incapaces de conectar con las audiencias a las que buscan convencer.

Adelantar los tiempos, en función de los deseos presidencial, puede ser una apuesta por mantener el control de la agenda política y mediática, pero es sin duda, una mala acción en términos de su imagen y de la gobernabilidad del país.


@MarioCampos