Tren Maya amenaza ríos subterráneos de Quintana Roo

El cambio de ruta implica graves consecuencias para la flora y fauna de la selva, el segundo pulmón forestal de América Latina después de la Amazonia

Representa un enorme riesgo al frágil sistema de cuevas, cenotes y ríos subterráneos

La falta de montañas y valles en los que se acumule el agua de lluvia, y las características de la corteza de la Península de Yucatán, propiciaron que el agua se infiltrara, inundando las cuevas secas formadas hace millones de años, creando un sistema de cenotes y ríos subterráneos, hábitat de especies endémicas, que conserva cápsulas de tiempo que guardan tesoros paleontológicos y arqueológicos, entre ellos, la cueva en la que hallaron los restos de Naia, una joven del pleistoceno, considerado el esqueleto más antiguo del continente americano. Hoy el Tren Maya amenaza esa riqueza biocultural.   

En diciembre de 2018, el Presidente López Obrador anunció el proyecto “Tren Maya” para conectar diversos puntos de la Península de Yucatán, Tabasco y Chiapas, con la romántica idea, -como en los tiempos de Porfirio Díaz- de que el ferrocarril será el motor para impulsar el desarrollo económico, comercial y turístico de la región. Ante las críticas de ambientalistas y académicos de que la obra dañaría irreversiblemente una región altamente vulnerable, el Presidente aseguró que “no se talaría ni un solo árbol” porque el tren correría por el derecho de vía de las carreteras existentes. Lo cierto es que a la fecha se han talado decenas de miles de árboles a lo largo de los casi 1500 km que recorrerá el tren. 

La premura y falta de estudios del subsuelo, han obligado en varias ocasiones a FONATUR, responsable del proyecto, a poner y quitar tramos y estaciones, lo que demuestra falta de planeación, y ausencia de la información necesaria para elaborar -como marca la legislación en la materia- una manifestación de impacto ambiental que contemple todas las etapas del proyecto, y no de forma fragmentada como han hecho hasta ahora con la complicidad de la Semarnat, para poder evaluar las afectaciones a los ecosistemas y su biodiversidad.

La más reciente modificación en el tramo cinco, que irá de Cancún a Tulum, reveló una vez más errores y omisiones de un proyecto caprichoso hecho sobre marcha. Después de tres años y de gastar 60 millones de pesos para retirar 20 mil árboles ubicados sobre el camellón de la carretera, para instalar las columnas de esa vía que sería elevada, ante el incremento del presupuesto, los militares hoy responsables de ese tramo, cambiaron el trazo para construir dentro de la selva, para lo cual SEDATU, bajo el argumento de ”Utilidad Pública” en una primera etapa, expropió a ejidatarios y privados, 198 predios, y espera obtener 231 más, para sumar 530 hectáreas y así tener el derecho de vía. 

El cambio de ruta implica graves consecuencias para la flora y fauna de la selva, el segundo pulmón forestal de América Latina después de la Amazonia, y representa un enorme riesgo al frágil sistema de cuevas, cenotes y ríos subterráneos, uno de los mayores atractivos turísticos de la región, el cual sería impactado irreversiblemente, por las obras de construcción y la posterior operación del tren, además de que contaminaría el acuífero maya, principal fuente de abasto en Quintana Roo.

Operadores de Buceo de Cuevas, prestadores de servicios turísticos, académicos e investigadores a través del #TrenSobreCenotesNO y la petición NO al Tren Maya sobre Cenotes en la plataforma Change.org, exigen se cambie de ruta para no destruir un ecosistema que hoy tiene mas de 1500 kilómetros explorados.