El cambio de Claudia
El periodista Sergio Sarmiento aborda la posición de Claudia Sheinbaum respecto a la reforma al Poder Judicial.
La posición de la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, ha cambiado en apenas unos cuantos días. Después de la elección del 2 de junio, cuando Ignacio Mier, el coordinador de los diputados de Morena, exigía que se legislara al vapor la iniciativa del presidente sobre reforma judicial, ella pedía calma y ofrecía un diálogo con la oposición y con los especialistas en un “parlamento abierto”. Pero después de que el presidente López Obrador insistió en que la reforma “urge”, la doctora Sheinbaum ha cambiado de posición.
Para empezar, pidió a su partido unas encuestas sobre el tema, que Morena apresuró el fin de semana pasado, y que dieron los resultados, ¡sorpresa!, que el presidente quería. A pesar de que entre el 45 y el 51 por ciento de los encuestados dijeron que no conocían la propuesta de reforma judicial del mandatario, entre un 15 y un 20 por ciento dijo que “ha escuchado” que “todos los jueces, magistrados y ministros” son corruptos y entre un 38 y 44 por ciento que “la mayoría” lo son. Esto revela que la constante campaña de linchamiento del presidente López Obrador contra los jueces ha tenido éxito. La verdad, sin embargo, es que la enorme mayoría de los mexicanos no tienen siquiera contacto con los jueces, magistrados y ministros federales, que ven solamente casos del fuero federal que representan solo un 1 por ciento de los que se dirimen en los tribunales del país.
Morena logró también que las encuestas reflejaran el punto de vista del presidente de que los jueces, magistrados y ministros deben ser electos por voto popular. Entre el 68 y el 75 por ciento de los encuestados respaldó ese método, a pesar de que no hay ninguna conexión lógica entre el mal que se pretende corregir, la supuesta corrupción de los juzgadores, y la solución que está ofreciendo López Obrador, que ha adoptado también la candidata ganadora de la elección presidencial.
La oferta de una consulta que realmente considerara los puntos de vista de los juristas y de la oposición ha caído por tierra. El morenista Juan Ramiro Robledo, presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados, declaró que los foros que está preparando la mayoría morenista en el Congreso “son para oír”, pero no para cambiar nada, porque “las cosas están claras hacia donde van”.
Ayer, 18 de junio, en una reunión con los presidentes de los partidos de su coalición, la doctora Sheinbaum abandonó el tono conciliatorio y declaró: “Este 2 de junio hicimos historia, ahora nos corresponde a todos y a todos los que estamos aquí responder y cumplirle al pueblo de México, no dar marcha atrás a lo logrado y seguir avanzando por el camino de la cuarta transformación”.
La enorme mayoría de los especialistas advierte que la elección de jueces, magistrados y ministros es una simple ocurrencia que no resuelve ningún problema, pero que crearía muchos otros. Para empezar, politizaría de manera innecesaria la selección de juzgadores. Serían electos no los mejores juristas sino aquellos que tuvieran un mayor respaldo de las maquinarias de los partidos políticos o de los criminales. Los tribunales ya no ofrecerían amparo ante los abusos del gobierno. Con razón los mercados se han mostrado nerviosos ante esta reforma que elimina la independencia judicial.
La doctora Sheinbaum, a quien le tocará lidiar con los problemas generados por el retorno a un México sin contrapesos, parecía haber entendido en un principio la necesidad de mantener las instituciones de un país verdaderamente democrático. Hoy parece haber aceptado de manera acrítica el deseo del presidente López Obrador de regresar a un México de partido hegemónico y presidencia imperial.