AMLO y Milei

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A pesar de que con mucha frecuencia el presidente López Obrador ha afirmado que respeta la tradición mexicana de no intervención en los asuntos de otras naciones, la verdad es que quizá no hayamos tenido nunca un mandatario tan intervencionista como él.

Ya lo habíamos visto cuando rechazó hasta el último momento felicitar a Joe Biden después de que este ganó las elecciones de Estados Unidos de 2020, dando credibilidad a las falsas acusaciones de fraude de Donald Trump, pero ha quedado más claro que nunca en las elecciones presidenciales argentinas de este año.

López Obrador atacó en múltiples ocasiones a Javier Milei, el candidato de la oposición, especialmente a partir de que este ganó las elecciones primarias del 13 de agosto. Expresó satisfacción cuando Sergio Massa, el candidato oficialista, ganó la primera vuelta de las elecciones generales del 22 de octubre, pero volvió a atacar a Milei una vez que obtuvo la victoria final en la segunda vuelta del 19 de noviembre. Si bien AMLO felicitó con entusiasmo, incluso adelantado, a los izquierdistas Gabriel Boric y Gustavo Petro al ganar las elecciones presidenciales de Chile y Colombia, se ha negado hasta el momento a felicitar a Milei.

El 21 de noviembre López Obrador comentó que, con la elección de Milei, los argentinos se han metido un autogol. Cuestionó en particular al presidente electo por haber criticado al papa Francisco, pero ni siquiera después de que el pontífice felicitó a Milei él quiso hacerlo.

El 22 de noviembre declaró: “No estoy de acuerdo con el pensamiento conservador, reaccionario, en ningún país del mundo. No estoy de acuerdo de que se siga con la política privatizadora. No estoy de acuerdo en el autoritarismo. No estoy de acuerdo en que la gente solo tenga como opción para poder estudiar el pagar colegiatura, y que solamente tenga la gente como opción para poderse curar el pagar a médicos o a clínicas particulares. No estoy de acuerdo con eso. La salud, la educación, no son un privilegio, son derechos de los pueblos… No me interesa mucho tener relaciones con gente así”.

El presidente López Obrador tiene, por supuesto, todo el derecho de expresar sus ideas y de proponérselas a los ciudadanos mexicanos. Sin embargo, su idea de que él es un personaje especial que puede decidir qué es bueno o malo para el resto de los pueblos de América Latina o del mundo es exactamente lo contrario a esa política de no intervención que surge de Benito Juárez y que él dice respetar. Este intervencionismo no solo se ha manifestado en la manera en que apoyó a Evo Morales en Bolivia o a Pedro Castillo en Perú, pese al intento de este último de realizar un golpe de estado, sino que ahora queda más claro en su rechazo a un presidente electo simplemente porque tiene ideas distintas a las suyas.

A la vez que ha lamentado el triunfo de Milei, el presidente López Obrador se ha apresurado a aclarar que en México un resultado así nunca podría ocurrir porque “el pueblo de México está muy consciente, es de los pueblos más politizados del mundo”. Y sí, es verdad que su candidata a la Presidencia en 2024, Claudia Sheinbaum, ha empezado las precampañas con una sólida ventaja, pero en una verdadera democracia, como lo demostró Argentina, no se puede decir que un determinado grupo político nunca podrá ganar una elección.