Una alianza que no va
El periodista Mario Campos hace una reflexión sobre lo que necesita la alianza Va por México de cara a 2024.

La semana pasada la Alianza Va por México dio muestra de sus múltiples fisuras. La primera, al interior de sus propias fuerzas, como evidenció el desencuentro de la dirigencia del PRI con no pocos de sus senadores; la segunda, entre sus miembros, al excluir inexplicablemente al PRD de un comunicado suscrito por el PRI y el PAN; y la tercera y más grave, por la resistencia que ha exhibido a formar un relato de país atractivo, que vaya más allá del rechazo a AMLO, y que sea transmitido por nuevos liderazgos.
Como si no hubieran pasado ya cuatro años desde la derrota del 2018, no hay caras en el PRI, PAN o PRD, que muestren una oferta distinta. Y pensar que figuras como Beatriz Paredes o Santiago Creel pueden responder al nuevo entorno político, es mostrar que no se ha entendido nada sobre lo que ha ocurrido en el país en los últimos años.
Sin un trabajo de articulación serio - que deje de generarles daños autoinflingidos - y sin una propuesta de construcción de narrativa y renovación de figuras, no hay forma de que obtengan resultados distintos.
Quizá por ello es que en este escenario, Movimiento Ciudadano, que ha caminado por su propia ruta y que sigue tendiendo puentes con figuras jóvenes y con elementos de la sociedad civil, sigue perfilado como una fuerza política con un importante potencial de crecimiento.
La Alianza, también es cierto, tiene en Coahuila una gran oportunidad de triunfo, y en el Estado de México, la posibilidad de competir. Una eventual victoria en los dos casos les daría oxígeno para el 2024, pero ese impulso, sin resolver los problemas de fondo, de poco les habrá de servir.