Sí a los fideicomisos. No a los privilegios.

El Poder Judicial de la Federación está envuelto en una encrucijada. Se eliminaron, desde la Cámara de Diputados, 13 fideicomisos que benefician a sus trabajadores en salud, pensiones y acceso a la vivienda. Esta operación, que pone en riesgo a la clase trabajadora, se espera sea consumada en el Senado de la República.

Sin embargo, hay un truco en la forma de “vender” esa idea y tiene que ver con un supuesto freno al derroche y privilegios que existen en las instituciones de ese poder. Lamentablemente, la visión del Presidente es inconsistente. En lugar de realmente velar por la austeridad este tipo de propuestas son como matar a un cuerpo sólo porque “le duele la muela”.

No hay que caer en la trampa de pensar que todos son privilegiados en la función pública. Menos que los fideicomisos están sujetos a esos excesos. Para estas alturas diferentes voces del personal que labora en el Poder Judicial se han levantado para aclarar el destino de esos recursos.

Pero la señal que se envía con este tipo de propuestas es más grave (sí más) que restar dinero, habla de la incapacidad para perseguir la corrupción, cortar cadenas de reales privilegiados y achicar los gastos innecesarios. Lo único que provoca es “encender” el país en fuego que de por sí ya tenemos.