Sucesión ilegal
Que el Presidente López Obrador siente un desprecio por la legalidad no es noticia. Lo ha demostrado con sus ataques constantes a integrantes del Poder Judicial, su desdén por cumplir con plazos legales como la integración de INAI, y por su intervención sistemática en temas electorales.
La novedad es que en su afán de caminar al margen de la ley ha decidido sumar a quienes aspiran a ser su sucesor, que a partir de esta semana han entrado en una nueva etapa de precampaña, una más, en la que estarán recorriendo el país en plan promocional. El cambio de temporada es importante porque si ya de por sí los hemos visto en espectaculares, vallas, camiones y eventos por todo el país, ahora habrán de meter el acelerador si lo que buscan es ganar simpatías rumbo a la encuesta en que presumiblemente se definirá la candidatura presidencial.
Habrá quien señale que en sentido estricto no andan en campaña mientras no hagan llamados a votar por ellos, pero en los hechos, cualquier persona entiende que esto que camina y hace como pato, es un pato. Nadie podrá negar que estamos ante una campaña anticipada en la que los aspirantes de Morena tendrán un posicionamiento mucho antes de lo que marca la ley.
Esto es además grave porque en el proceso es evidente que hay derroche de recursos, uno que nadie sabe con claridad quién paga, ni cuánto dinero implica. Lo único claro es que no se puede recorrer el país, en persona o a través de propaganda, si no se tiene una cartera muy ancha.
La tragedia es que nada de eso parece importar. El Presidente está volcado en su papel de coordinador de la elección en Morena, y desde el mismo lugar en que actúa como Presidente, funge como el gran elector. Porque nadie puede negar que en este proceso el que encarta, marca los tiempos, dicta las preguntas y los términos, es el propio López Obrador.
Y en el proceso da igual si se viola la ley, si se descuida el gobierno o si se cargan los dados a favor de un jugador. El espectáculo de la sucesión en Morena parece ser lo único importante aunque falte un año para la elección. Total, que los problemas de país, junto con la legalidad, bien pueden esperar.