Paso opositor en falso
Los partidos políticos son entidades de interés público. Lo dicen la ley y el sentido común pues viven de los impuestos, su rol es articular y representar a sectores de la sociedad y son la vía para que los ciudadanos puedan hacer valer muchos de sus derechos.
Por eso no sorprende que lo que pase con ellos nos afecte a todos más allá de filias y fobias, de ahí la necesidad que existan autoridades - como el Tribunal Electoral o el INAI - que se encarguen de vigilar su actuación.
El problema es que la vigilancia les resulta incómoda. Si por ellos fuera los partidos serían (aún más) cajas opacas, con grupos de poder inamovibles, capaces de hacer y deshacer sin tener que rendir cuentas a nadie.
Eso explica el por qué del sorpresivo acuerdo de hace unos días con el que Morena y sus aliados, y buena parte de la supuesta oposición, trataban de atar de manos al Tribunal Electoral.
La reacción social afortunadamente fue importante, la vigilancia de los medios, los reclamos de algunas - en especial algunas - de sus militantes, y los reclamos de parte de la opinión pública, fueron suficientes para encarecer el costo, y al final, PAN, PRI y PRD, decidieron dar marcha atrás.
La medida no salió libre de costos. Para muchas personas, este desliz fue un ejemplo de la fragilidad de la oposición y una prueba de su disposición a pactar con el gobierno siempre y cuando les resulte de interés.
Luego de este capítulo la oposición debería estar agradecida con la crítica pues con su presión logró salvarlos de perder toda credibilidad en su narrativa.
Veremos si son capaces de agradecer. Por lo pronto, la mancha quedó y veremos qué otras sorpresas quedan hasta la siguiente elección federal.