Las actas perdidas

El periodista Sergio Sarmiento aborda la polémica en torno a las elecciones presidenciales en Venezuela donde Nicolás Maduro se proclamó ganador.

Nicolás Maduro, actual presidente de Venezzuela.
FOTO: Tomada de X

Cada vez es más claro que Nicolás Maduro cometió un fraude enorme en las elecciones presidenciales de Venezuela. Si no fuera así, el Consejo Nacional Electoral (CNE) habría publicado ya las actas individuales de los centros de votación como ordena la legislación electoral y como se hace en todos los países del mundo. En lugar de eso, la institución solo ha dado a conocer unos resultados finales que discrepan notablemente de las encuestas previas y de los sondeos a boca de urna, sin más respaldo que la palabra de Elvis Amoroso, el presidente del CNE, un hombre abiertamente ligado al régimen de Maduro.

A pesar de los esfuerzos del gobierno por impedir que la oposición obtuviera copias de las actas que registran los resultados de la votación, la dirigente opositora María Corina Machado logró reunir hasta ayer 84 por ciento de esos documentos que muestran un triunfo abrumador, con 70 por ciento de los sufragios, del candidato de la oposición, el diplomático Edmundo González. Estas actas tienen las firmas de los funcionarios del CNE y de los representantes de los partidos políticos. Son el comprobante físico de una votación que se llevó a cabo de manera electrónica.

Machado ha retado al CNE “a que entregue las actas de una vez por todas”. Si la autoridad electoral no lo ha hecho es porque no las tiene. Es posible que pronto veamos algún intento por falsificar actas, pero estas tienen que haber sido firmadas y selladas el mismo día de la elección por todos los participantes en los centros de votación. El descubrimiento de las falsificaciones no sería difícil.

Las protestas que estallaron este 29 de julio, después de que el CNE declaró a Maduro vencedor de la elección, eran absolutamente previsibles. El pueblo venezolano ha sufrido un deterioro profundo en su nivel de vida en los últimos años. No solo sabe que ha habido un fraude, sino también que Maduro es incapaz de dirigir el país o un simple corrupto sin más afán que enriquecerse.

El gobierno venezolano ha dejado de publicar cifras de pobreza ya que busca ocultar la realidad de lo que ocurre en el país. Sin embargo, el Programa Venezolano de Acción Derechos Humanos (Provea) calcula que la pobreza de ingresos pasó de 18.4 por ciento de la población en 2014 a 92.9 por ciento en 2019 para moderarse a 81.5 por ciento en 2022. La pobreza extrema, de 23.6 por ciento en 2014, se encontraba en 53.3 por ciento en 2022. Maduro ni siquiera puede afirmar que ha logrado una mayor equidad. El índice de desigualdad, medido por el coeficiente de Gini, según el cual 0 es la igualdad perfecta y 1 la desigualdad absoluta, subió dramáticamente de 0.407 en 2014 a 0.603 en 2022.

Enamorado del poder, Maduro está buscando permanecer en la presidencia por un tercer período. Desde el Palacio de Miraflores manda tropas a reprimir a quienes protestan por el fraude y lanza bravatas a la oposición. María Corina ha tenido que buscar refugio en la embajada de Costa Rica, pero para el mundo queda cada vez más claro que en Venezuela se ha violado la voluntad del pueblo.

Mientras el CNE no presente las actas de la elección, el fraude seguirá siendo evidente. No sorprende que Irán, Rusia, Cuba y China hayan felicitado a Maduro por su “triunfo electoral”; lo paradójico es que México, un país democrático, no haya condenado hasta el momento ni el fraude electoral ni la violenta represión del pueblo venezolano. El gobierno mexicano está traicionando sus supuestos principios humanistas.