La duda sistemática de Francisco Labastida

Foto: tomada de X.

POR: FELIPE ZÁMANO

Honesto y sincero, así podría calificarse el libro de Francisco Labastida Ochoa titulado La duda sistemática, y publicado hace apenas unos días por Grijalbo, una bibliografía política testimonial sobre el sistema político mexicano durante los últimos 50 años y el entrelazamiento con su vida personal dentro de ese periodo como funcionario público a lo largo de 45 años.

Es un ejercicio que intenta, desde la subjetividad del autor, relatar la serie de hechos, circunstancias y decisiones que tuvieron lugar en las más altas esferas políticas de nuestro país, sobre todo a partir de 1970 hasta el 2000 en que perdió la elección presidencial ante el candidato del Partido Acción Nacional (PAN) y que puso fuera de los pinos al PRI, partido que había ocupado la residencia presidencial por casi 70 años.

Los hechos y circunstancias acontecidas corroboran lo que el autor narra y dan objetividad a muchas de sus aseveraciones, los datos están ahí, también la información, habrá más de uno que intente señalar que solo es un punto de vista personal. Yo difiero de ello, ya que si bien es cierto que algunas de las afirmaciones de Labastida nacen de su análisis personal y sus conjeturas e hipótesis pueden ser discutibles, otras, y opino que las más, pueden corroborarse en informaciones, análisis y discusiones que se dieron al calor de los hechos y que no es nada difícil coincidir con él en lo que sostiene en su texto.

Gracias a su esfuerzo y decisión de plasmar lo acontecido, acerca al lector, en una especie de testigo presencial, a las circunstancias que rodearon decisiones fundamentales en la vida política, económica y social del país. Su amplia trayectoria política, incluido su paso por tres secretarias: Energía, Agricultura y Gobernación, la Gubernatura de Sinaloa y como embajador de México en Portugal, le brindaron oportunidad de estar al lado de varios presidentes de la república y, sobre todo, no solo testificar sino participar en decisiones sustantivas para la marcha del país.

En ese periplo no solo condescendió con tales figuras, sino que mantuvo puntos de vista diferentes, que lo enfrentaron en más de una ocasión con otros jefes y secretarios de estos , según lo asevera Labastida, que a la larga la terquedad y la incapacidad de escuchar de esos personajes llevó al país a situaciones en donde la mayoría tuvo que pagar el costo de sus caprichos, senda que ha llevado a nuestro país a alejarse de las posibilidades de un desarrollo más equilibrado y menos desigual. De ahí que al afirmar que “México ha tenido gobiernos buenos, regulares, malos y pésimos”. No nos ilustra sobre todos, pero si señala a cuatro entre los peores: Luis Echeverría, José López Portillo, Enrique Peña Nieto y el más desastroso de todos -sostiene- Andrés Manuel López Obrador. 

Lo más interesante de ello es que sus afirmaciones no son solamente palabras, cita hechos, testigos, circunstancias que dan credibilidad a lo que señala.
Sin duda, algunos diferirán de sus aseveraciones, pero lo fundamental es que éstas están dadas en contextos que son conocidos y que acercan la reflexión al acontecer que sostiene. 

Cuan deseable es un trabajo y esfuerzo como el que se propuso el autor, entre otros en un momento en el que vivimos, explicar el poder personal omnímodo que tiene la figura presidencial en México y que aún con el cambio presidencial en tres partidos políticos diferentes en lugar de avanzar se ha retrocedido en limitarlo y, con ello, impedir las posibilidades de avanzar en una ruta democrática y de menos desigualdades en el país.

Otros temas que son vistos bajo esa óptica tan privilegiada, tienen que ver con la seguridad y el narcotráfico, el retroceso institucional, además de temas como PEMEX, CFE, salud, educación, infraestructura, gobernabilidad, por citar los más señalados. Rememora hechos y decisiones alrededor de tales temas y señala responsabilidades y responsables, afirmando que la toma de decisiones autoritaria y la corrupción ha dado al traste con empresas y servicios que presta el estado aumentando las desigualdades y la pobreza en el país.
También hace un alto en su amistad con el malogrado candidato presidencial Colosio Murrieta y su coincidencia en cambios profundos en la senda del país: democracia, pobreza, seguridad, corrupción, que tipifica la visión de ambos el autor como de centro izquierda frente a la inclinación de otro grupo dentro de los colaboradores cercanos del presidente Miguel de la Madrid, grupo que califica como de centro derecha, y que encabezaba el entonces secretario y futuro presidente Salinas, llevando al país por una ruta que poco a poco acrecienta el descredito del partido gobernante y sus personeros al seguir una senda autoritaria en las diferentes esferas, tanto política como económica y social, lo que llevó al asesinato del candidato Colosio por sus inclinaciones declaradas ya como tal y, más tarde, a la perdida de la contienda presidencial el 2 de julio del 2000.

Ya al final de la obra, intenta narrar precisamente los que a su juicio fueron los factores determinantes de perder esa elección presidencial, destacando sobre todo el empecinamiento del entonces presidente Zedillo en hacer las cosas a su manera frente a la opinión del todavía secretario de gobernación y más tarde candidato presidencial y el propio presidente del partido. Esa opinión divergente del presidente y del candidato y su equipo, fueron factores determinantes en los resultados de una elección que el propio presidente Zedillo quizá -en opinión del autor- empujó en aras de pasar a la historia como un demócrata.
La obra comentada al final presenta una serie de reflexiones orientadas a plantear sus opiniones en temas diversos, en la idea de propiciar una política económica y gobernabilidad que puedan detener la crisis económica y política en que se encuentra México y que en su opinión se agudizará si se sigue la misma vía.

Sin duda, son deseables este tipo de esfuerzos, ya que permiten un mayor acercamiento a hechos y circunstancias que permiten comprender mejor a nuestro país y que invitan a la reflexión y por qué no a un intercambio de ideas en aras de construir un futuro mejor. Todavía viven algunos de los personajes citados que sería deseable hicieran un ejercicio similar para comprender mejor la historia reciente que si lo hacen con honestidad contribuirán a que quienes hoy tienen la encomienda de gobernar sean responsables y, ante todo, tengan ante cualquier toma de decisiones la duda sistemática, en los términos que el autor utiliza ese término.