El gobierno le quitó tres ceros a la moneda mexicana y así nacieron los nuevos pesos

A inicios de la década de los 90s, México se enfrentaba a un complicado panorama económico, que dos años más tarde culminaría con una de las peores crisis económicas que se recuerden.

Una de las consecuencias que más resintieron los mexicanos fue que la inflación se disparó, debido entre otros factores, a la constante devaluación del peso mexicano que, que hacia 1995 llegó a superar el 50%. Sin embargo, desde tres años antes comenzaron a verse los efectos; uno de los más evidentes fue el cambio de la moneda nacional.

La inflación había provocado que los precios de las mercancías y servicios se elevaran a tal punto que era necesario emitir monedas y billetes con denominaciones cada vez más altas, lo que, de acuerdo con el gobierno de entonces, hacía menos eficientes las transacciones y las operaciones contables.

El 22 de junio de 1992 se publicó un decreto en el Diario Oficial de la Federación (DOF) por el cual se creó “una nueva unidad del Sistema Monetario de los Estados Unidos Mexicanos”, que conservó el nombre de "peso" y se dividió en cien "centavos".

Esta nueva unidad monetaria equivalía a mil pesos de la unidad anterior, por lo que el cambio implicó quitarle tres ceros a las denominaciones que se expidieron, además de agregarles a las monedas y billetes la expresión “nuevos pesos” o el símbolo “N$”.

El decreto entró en vigor el 1 de enero de 1993; a partir de esa fecha entraron en circulación las nuevas monedas y billetes, y fue entonces que la gente comenzó a hablar de “viejos pesos” y “nuevos pesos”. De esta manera, las monedas de mil pesos se convirtieron en monedas de 1 nuevo peso, los billetes de 10 mil pesos en billetes de 10 nuevos pesos y así con todas las denominaciones emitidas en ese año.